Argumento de "AURA ", libro de Carlos Fuentes.
El protagonista de esta historia se encontraba fumando un cigarro y tomando una taza de café, sentado en una cafetería que no tenía muy buena facha por lo que se comenta en el libro.
Felipe comenzó a leer el periódico y encontró un anuncio en el cual solicitaban a un historiador que fuera joven y que conociera bien el lenguaje francés, ofrecían $3,000 mensuales, además de comida y una recamara donde hospedarse.
Quien quisiera el trabajo tenía que acudir a la dirección Donceles 815 que se encontraba en el centro de la ciudad.
Él tenía las características para ir a solicitar el empleo, sin embargo no acudió porque pensaba que alguien más ya habría visto el anuncio y acudido al lugar para quedarse con el puesto.
Al siguiente día, el joven vuelve a llegar a la cafetería donde se encontraba ayer, y al momento de leer el periódico vuelve a encontrar el anuncio donde se solicita al joven historiador, solo que ésta vez se ofrecían $4,000 pesos de sueldo.
El joven sin pensarlo dos veces, se retira de la cafetería, deja la propina y se dirige a buscar la dirección en la cual están solicitando al historiador.
Estuvo buscando por un buen rato la casa, ya que la numeración que tenían en el centro de la ciudad no era continua sino que era aleatoria, por fin llega a la casa pero nadie le responde a la puerta.
Entonces la empuja y se da cuenta de que el lugar está oscuro y tiene un fuerte olor a humedad.
Una voz de mujer le indica que no encienda las luces y que camine contando los pasos.
Después entra a una habitación iluminada por velas y en la cama está una anciana que era la señora Consuelo y le cuenta que el trabajo consiste en escribir las memorias de su marido que vendría siendo el General Llorente muerto hace 60 años, y que la condición es que se quede a vivir en la casa.
Sorpresivamente entra una joven a la habitación, Aura, es la sobrina de la señora Consuelo. Felipe se queda encantado con la joven, con su belleza y sus ojos verdes que a él le parecían muy hermosos. En ese instante acepta quedarse a vivir allí.
La anciana está feliz por la respuesta del joven y le pide a Aura que le indiqué a Felipe su habitación. El joven va detrás de Aura y deseoso de volver a ver esos hermosos ojos verdes.
Aura lo deja en su recámara y le dice que en una hora estará la cena. Felipe revisa su recámara y se sorprende de ver objetos tan antiguos y, además, de que su habitación esté tan iluminada.
Es la hora de la cena. En el comedor solo está Aura y le comenta que la señora Consuelo no podría cenar con ellos pero que cuando terminara de cenar fuera a verla a su cuarto.
La anciana está feliz por la respuesta del joven y le pide a Aura que le indiqué a Felipe su habitación.
El joven va detrás de Aura y deseoso de volver a ver esos hermosos ojos verdes. Aura lo deja en su recámara y le dice que en una hora estará la cena. Felipe revisa su recámara y se sorprende de ver objetos tan antiguos y, además, de que su habitación esté tan iluminada.
Es la hora de la cena. En el comedor solo está Aura y dice que Consuelo, la vieja, está indispuesta y lo espera en su recámara después de la cena.
Desde ese momento te vas dando cuenta de que Felipe se siente atraído hacía Aura, por la manera en cómo la mira, cómo le habla, el nerviosismo que siente.
Felipe empuja levemente la puerta y encuentra a la anciana de rodillas. Ella se percata de la presencia del joven y le pide a Felipe empezar a trabajar lo más pronto posible y le da los primeros manuscritos.
Esa misma noche Felipe empieza la lectura de los manuscritos y se sorprende al descubrir que ni el idioma, francés, ni las aventuras del marido son tan impresionantes como la vieja le había dicho. El joven se despierta a causa de la intensa luz que entra por el techo de vidrio sin cortinas.
Mientras se viste, escucha unos gemidos muy extraños. Se asoma, subiéndose al librero por el techo de vidrio y descubre a siete gatos amarrados entre sí con cadenas. Los gatos están maullando porque están quemándose vivos y desprenden un oloroso humo. Felipe piensa que su visión no fue cierta.
Luego vio a Aura que estaba en la cocina degollando a un macho cabrío. El joven entra en la recámara de Consuelo y la encuentra haciendo los mismos movimientos que Aura, pero en el aire. Felipe regresa corriendo a su recámara, seguro de que la vieja está loca.
Se escucha la llamada para la cena y Felipe se encuentra solo en el comedor. El joven recuerda que Aura lo espera en su habitación después de la cena.
Entra en la recámara y se encuentra a Aura vestida de verde y rodeada de una luz. Empieza a recorrer su cuerpo y su rostro y se sorprende con la dureza de sus facciones, distintas a las de la noche anterior, Aura y Felipe se besan, el joven le jura amor eterno, más allá de la muerte.
Amanece y como si fuera todo parte de un sueño, Felipe descubre a la vieja sentada en un sillón de la recámara y a Aura sentada a sus pies. Las dos se ríen y se mueven de la misma manera, Felipe cree, ahora, recordar que la vieja estuvo toda la noche en la habitación.
Las dos mujeres salen por la puerta que da a la recámara de la anciana y dejan dormir a Felipe en la cama de Aura.
Felipe regresa a su recámara, confundido por lo sucedido la noche anterior se corta la mejilla mientras se afeita.
Felipe está lleno de preguntas hacia Aura y, en ese momento de cavilaciones, escucha la campanilla. El joven se asoma a la puerta y retiene a Aura. Aura le pide confianza, le dice que su tía estará todo el día fuera y lo cita en la recámara de la viuda.
Cuando Felipe se asegura que la anciana se ha marchado, entra a su recámara y extrae del baúl un nuevo folio con fotografías. Felipe lee en los folios sobre la imposibilidad del coronel de darle un hijo a Consuelo. El coronel narra cómo su esposa enloquece y sufre por la imposibilidad de ser madre y su obsesión por mantenerse joven.
Felipe mira las fotografías y encuentra a Aura, pero las fotos están fechadas en 1884. Aura está abrazada del coronel, Felipe se descubre en las fotos. Son él y Aura en el siglo pasado. Pasas muchas cosas por su mente, luego sale de la recámara y baja por todas las escaleras.
El joven entra en la oscura habitación de la viuda. Escucha la voz de Aura que le pide que se recueste con ella. Felipe despoja a Aura de sus ropas y mientras la besa, descubre los cabellos blancos y la dentadura casi podrida de la anciana.
Consuelo lo abraza y le promete que en unos días, cuando recupere fuerzas, juntos traerán a Aura de nuevo.
Felipe comenzó a leer el periódico y encontró un anuncio en el cual solicitaban a un historiador que fuera joven y que conociera bien el lenguaje francés, ofrecían $3,000 mensuales, además de comida y una recamara donde hospedarse.
Quien quisiera el trabajo tenía que acudir a la dirección Donceles 815 que se encontraba en el centro de la ciudad.
Él tenía las características para ir a solicitar el empleo, sin embargo no acudió porque pensaba que alguien más ya habría visto el anuncio y acudido al lugar para quedarse con el puesto.
Al siguiente día, el joven vuelve a llegar a la cafetería donde se encontraba ayer, y al momento de leer el periódico vuelve a encontrar el anuncio donde se solicita al joven historiador, solo que ésta vez se ofrecían $4,000 pesos de sueldo.
El joven sin pensarlo dos veces, se retira de la cafetería, deja la propina y se dirige a buscar la dirección en la cual están solicitando al historiador.
Estuvo buscando por un buen rato la casa, ya que la numeración que tenían en el centro de la ciudad no era continua sino que era aleatoria, por fin llega a la casa pero nadie le responde a la puerta.
Entonces la empuja y se da cuenta de que el lugar está oscuro y tiene un fuerte olor a humedad.
Una voz de mujer le indica que no encienda las luces y que camine contando los pasos.
Después entra a una habitación iluminada por velas y en la cama está una anciana que era la señora Consuelo y le cuenta que el trabajo consiste en escribir las memorias de su marido que vendría siendo el General Llorente muerto hace 60 años, y que la condición es que se quede a vivir en la casa.
Sorpresivamente entra una joven a la habitación, Aura, es la sobrina de la señora Consuelo. Felipe se queda encantado con la joven, con su belleza y sus ojos verdes que a él le parecían muy hermosos. En ese instante acepta quedarse a vivir allí.
La anciana está feliz por la respuesta del joven y le pide a Aura que le indiqué a Felipe su habitación. El joven va detrás de Aura y deseoso de volver a ver esos hermosos ojos verdes.
Aura lo deja en su recámara y le dice que en una hora estará la cena. Felipe revisa su recámara y se sorprende de ver objetos tan antiguos y, además, de que su habitación esté tan iluminada.
Es la hora de la cena. En el comedor solo está Aura y le comenta que la señora Consuelo no podría cenar con ellos pero que cuando terminara de cenar fuera a verla a su cuarto.
La anciana está feliz por la respuesta del joven y le pide a Aura que le indiqué a Felipe su habitación.
El joven va detrás de Aura y deseoso de volver a ver esos hermosos ojos verdes. Aura lo deja en su recámara y le dice que en una hora estará la cena. Felipe revisa su recámara y se sorprende de ver objetos tan antiguos y, además, de que su habitación esté tan iluminada.
Es la hora de la cena. En el comedor solo está Aura y dice que Consuelo, la vieja, está indispuesta y lo espera en su recámara después de la cena.
Desde ese momento te vas dando cuenta de que Felipe se siente atraído hacía Aura, por la manera en cómo la mira, cómo le habla, el nerviosismo que siente.
Felipe empuja levemente la puerta y encuentra a la anciana de rodillas. Ella se percata de la presencia del joven y le pide a Felipe empezar a trabajar lo más pronto posible y le da los primeros manuscritos.
Esa misma noche Felipe empieza la lectura de los manuscritos y se sorprende al descubrir que ni el idioma, francés, ni las aventuras del marido son tan impresionantes como la vieja le había dicho. El joven se despierta a causa de la intensa luz que entra por el techo de vidrio sin cortinas.
Mientras se viste, escucha unos gemidos muy extraños. Se asoma, subiéndose al librero por el techo de vidrio y descubre a siete gatos amarrados entre sí con cadenas. Los gatos están maullando porque están quemándose vivos y desprenden un oloroso humo. Felipe piensa que su visión no fue cierta.
Luego vio a Aura que estaba en la cocina degollando a un macho cabrío. El joven entra en la recámara de Consuelo y la encuentra haciendo los mismos movimientos que Aura, pero en el aire. Felipe regresa corriendo a su recámara, seguro de que la vieja está loca.
Se escucha la llamada para la cena y Felipe se encuentra solo en el comedor. El joven recuerda que Aura lo espera en su habitación después de la cena.
Entra en la recámara y se encuentra a Aura vestida de verde y rodeada de una luz. Empieza a recorrer su cuerpo y su rostro y se sorprende con la dureza de sus facciones, distintas a las de la noche anterior, Aura y Felipe se besan, el joven le jura amor eterno, más allá de la muerte.
Amanece y como si fuera todo parte de un sueño, Felipe descubre a la vieja sentada en un sillón de la recámara y a Aura sentada a sus pies. Las dos se ríen y se mueven de la misma manera, Felipe cree, ahora, recordar que la vieja estuvo toda la noche en la habitación.
Las dos mujeres salen por la puerta que da a la recámara de la anciana y dejan dormir a Felipe en la cama de Aura.
Felipe regresa a su recámara, confundido por lo sucedido la noche anterior se corta la mejilla mientras se afeita.
Felipe está lleno de preguntas hacia Aura y, en ese momento de cavilaciones, escucha la campanilla. El joven se asoma a la puerta y retiene a Aura. Aura le pide confianza, le dice que su tía estará todo el día fuera y lo cita en la recámara de la viuda.
Cuando Felipe se asegura que la anciana se ha marchado, entra a su recámara y extrae del baúl un nuevo folio con fotografías. Felipe lee en los folios sobre la imposibilidad del coronel de darle un hijo a Consuelo. El coronel narra cómo su esposa enloquece y sufre por la imposibilidad de ser madre y su obsesión por mantenerse joven.
Felipe mira las fotografías y encuentra a Aura, pero las fotos están fechadas en 1884. Aura está abrazada del coronel, Felipe se descubre en las fotos. Son él y Aura en el siglo pasado. Pasas muchas cosas por su mente, luego sale de la recámara y baja por todas las escaleras.
El joven entra en la oscura habitación de la viuda. Escucha la voz de Aura que le pide que se recueste con ella. Felipe despoja a Aura de sus ropas y mientras la besa, descubre los cabellos blancos y la dentadura casi podrida de la anciana.
Consuelo lo abraza y le promete que en unos días, cuando recupere fuerzas, juntos traerán a Aura de nuevo.