El joven seminarista don Luis de Vargas, de regreso a su pueblo natal para unas breves vacaciones antes de pronunciar sus votos, se encuentra con que su padre, don Pedro, se dispone a contraer nupcias con la joven Pepita Jiménez, de veinte años de edad, viuda de un octogenario, y de singular belleza y piedad.
Los contados entre el futuro sacerdote y la joven viuda son como baño de vida para el joven, que ha pasado su adolescencia entre místicos y teólogos, y que piensa dedicar el resto de sus días a la conversión de los infieles.
El joven acompaña a Pepita Jiménez en sus paseos por el campo, asiste a reuniones en su casa y, sin darse cuenta, cede poco a poco a una pasión que el considera pecaminosa, pero que se hace mas fuerte que su vocación y que su amor para su padre, en el que ve secretamente un rival.
Para sustraerse a su pasión piensa Luis en partir, pero Pepita Jiménez que le ama y que ha hecho todo lo posible para enamorarle, se finge enferma, le llama a su cabecera y a través de una sutil dialéctica le convence de que siga la llamada de la vida y le declare su amor.
Luis se abandona al nuevo sentimiento con ardor de neófito. Al salir, va a juzgar, desafía a uno que insulta a Pepita Jiménez, lo hiere y por fin afronta resueltamente al padre para comunicarle su renuncia a los votos y su amor por Pepita Jiménez.
Pero en lugar que hallar en el viejo la reacción que esperaba, este le revela serenamente que ya lo había comprendido y que por su parte había hecho todo lo posible para que las cosas llegasen a solución natural. Pepita Jiménez es una novela de un realismo psicológico muy distinto del plástico de la tradición española.
Los contados entre el futuro sacerdote y la joven viuda son como baño de vida para el joven, que ha pasado su adolescencia entre místicos y teólogos, y que piensa dedicar el resto de sus días a la conversión de los infieles.
El joven acompaña a Pepita Jiménez en sus paseos por el campo, asiste a reuniones en su casa y, sin darse cuenta, cede poco a poco a una pasión que el considera pecaminosa, pero que se hace mas fuerte que su vocación y que su amor para su padre, en el que ve secretamente un rival.
Para sustraerse a su pasión piensa Luis en partir, pero Pepita Jiménez que le ama y que ha hecho todo lo posible para enamorarle, se finge enferma, le llama a su cabecera y a través de una sutil dialéctica le convence de que siga la llamada de la vida y le declare su amor.
Luis se abandona al nuevo sentimiento con ardor de neófito. Al salir, va a juzgar, desafía a uno que insulta a Pepita Jiménez, lo hiere y por fin afronta resueltamente al padre para comunicarle su renuncia a los votos y su amor por Pepita Jiménez.
Pero en lugar que hallar en el viejo la reacción que esperaba, este le revela serenamente que ya lo había comprendido y que por su parte había hecho todo lo posible para que las cosas llegasen a solución natural. Pepita Jiménez es una novela de un realismo psicológico muy distinto del plástico de la tradición española.