RESUMEN DE LA OBRA LITERARIA "A BUEN JUEZ MEJOR TESTIGO"
- JOSE ZORRILLA Y MORAL -Argumento del libro "A buen juez, mejor testigo" de Jose Zorrilla y Moral. Análisis de la obra.
En Toledo, una ciudad de España, vivía el noble don Iban De Vargas en compañía de su hermosa hija Isabel. El padre sorprende al joven Diego Martínez en el aposento de su hija.
El ofendido don iban exige a diego que se case inmediatamente o que deje libre a su hija para que profese esta. Don Diego arguye que dentro de un mes partirá a Flandes, a la guerra, y que estará de vuelta al cabo de un año. Prometió a Inés casarse a su retorno.
Desconfiando ella le exige un juramento ante el Cristo de la Vega, al que los Toledanos le tienen gran devoción. Pasaron los días, los meses y pasaron tres años: Don Diego no retornaba, mientras tanto, tras de haber consumado inauditas hazañas de guerra, ascendió a capitán Don Diego.
Y de vuelta a España, el Rey lo armó caballero. Don Iban e Inés, que maldicen su estrella, suplican a don diego que cumpla con su juramento. Pero el envanecido capitán niega haber prestado juramento alguno. Inés acude a la justicia.
Por entonces, el gobernador era Pedro Ruiz de Alarcón, hombre justiciero y valiente. “Cercenado tiene el brazo, mas entero el corazón”. El capitán Don Diego juro no haber prometido casarse con Inés. Esta entonces dice que testigo del juramento fue el cristo de la vega. La numerosa comitiva se dirigió al claustro. Ante el Cristo encendieron cuatro cirios y una lámpara.
Todos rezaron quedamente. Un notario, con el capitán a lado, al otro Inés, hizo la pregunta de ley al Cristo De La Vega: “¿juráis ser cierto que un día a vuestras divinas plantas juro a Inés, Don Diego Martínez por su mujer desposarla?”.
Una mano vino a posar en los autos, en tanto que a los aires se escucho un “si juro”, con voz mas que humana. Con asombro vio la “turba medrosa” que la imagen tenia abiertos los labios y una mano desclavada. Inés hizose monja y Diego fraile.
El ofendido don iban exige a diego que se case inmediatamente o que deje libre a su hija para que profese esta. Don Diego arguye que dentro de un mes partirá a Flandes, a la guerra, y que estará de vuelta al cabo de un año. Prometió a Inés casarse a su retorno.
Desconfiando ella le exige un juramento ante el Cristo de la Vega, al que los Toledanos le tienen gran devoción. Pasaron los días, los meses y pasaron tres años: Don Diego no retornaba, mientras tanto, tras de haber consumado inauditas hazañas de guerra, ascendió a capitán Don Diego.
Y de vuelta a España, el Rey lo armó caballero. Don Iban e Inés, que maldicen su estrella, suplican a don diego que cumpla con su juramento. Pero el envanecido capitán niega haber prestado juramento alguno. Inés acude a la justicia.
Por entonces, el gobernador era Pedro Ruiz de Alarcón, hombre justiciero y valiente. “Cercenado tiene el brazo, mas entero el corazón”. El capitán Don Diego juro no haber prometido casarse con Inés. Esta entonces dice que testigo del juramento fue el cristo de la vega. La numerosa comitiva se dirigió al claustro. Ante el Cristo encendieron cuatro cirios y una lámpara.
Todos rezaron quedamente. Un notario, con el capitán a lado, al otro Inés, hizo la pregunta de ley al Cristo De La Vega: “¿juráis ser cierto que un día a vuestras divinas plantas juro a Inés, Don Diego Martínez por su mujer desposarla?”.
Una mano vino a posar en los autos, en tanto que a los aires se escucho un “si juro”, con voz mas que humana. Con asombro vio la “turba medrosa” que la imagen tenia abiertos los labios y una mano desclavada. Inés hizose monja y Diego fraile.