Si para refrenar este deseo
loco, imposible, vano, temeroso,
y guarecer de un mal tan peligroso,
que es darme a entender yo lo que no creo,
no me aprovecha verme cual me veo,
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o muy aventurado o muy medroso,
en tanta confusión que nunca os
ofiar el mal de mí que lo poseo,
¿qué me ha de aprovechar ver la pintura
d’aquel que con las alas derretidas,
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cayendo, fama y nombre al mar ha dado,
y la del que su fuego y su locura
llora entre aquellas plantas conocidas,
apenas en el agua resfrïado?